No se trata de romance, dijo el investigador Dieter Lukas, de la Universidad de Cambridge.
Washington.- Sólo unas pocas especies de mamíferos son monógamas y ahora dos equipos de científicos creen haber descubierto por qué se volvieron así, aunque las respuestas no son particularmente románticas. De hecho, son distintas.
Uno de los equipos estudió a los primates, el grupo animal que incluye a los monos, y dijo que el vínculo exclusivo entre macho y hembra se desarrolló para que los padres puedan defender a sus crías de otros machos.
El otro equipo científico llegó a una respuesta diferente tras examinar cerca de 2,000 especies de mamíferos, sin incluir a los humanos. Concluyó que los mamíferos se hicieron monógamos porque las hembras se extendieron geográficamente, lo cual obligó a los machos a mantenerse cerca de ellas para evitar que los competidores se las quitaran.
Así que no se trata de romance, dijo el investigador Dieter Lukas, de la
Universidad de Cambridge, autor principal del estudio sobre los mamíferos. "Es sólo lo mejor que él (el macho) puede hacer", afirmó.
Las conclusiones diferentes surgieron aparentemente porque los dos equipos usaron métodos y muestras distintos, dijeron los investigadores.
Sin embargo, ambos rechazaron la antigua explicación sobre el origen de la monogamia, de que permite que haya dos padres en lugar de uno solo para criar a los hijos. Eso es sólo un beneficio secundario, dijeron.
"Obviamente, el romance vino después" de la monogamia, dijo Christopher "Kit" Opie, antropólogo del
University College de Londres, el autor principal del estudio sobre los primates.
Los estudios se publicaron en Internet el lunes en las
revistas Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias, y Science. El documento sobre los mamíferos en Science excluyó a los humanos, mientras que el análisis de los primates en Proceedings clasificó a las personas tanto como monógamas y como no monógamas, ya que ese estatus difiere en diversas partes del mundo.
Menos de 9% de las especies de mamíferos forman parejas socialmente.
Entre los primates, aproximadamente 25% de las especies son socialmente monógamas, dijo Opie. Algunas, como los gibones, son altamente monógamas, mientras que otras, como los chimpancés, están en el otro extremo, agregó.
Opie se basó en la información sobre el comportamiento de 230 especies de primates y trazó su árbol genealógico evolutivo. Entonces, usando más de 10,000 pruebas en modelos computarizados y el mismo sistema de probabilidades matemáticas que le dio fama al especialista en estadísticas Nate Silver, Opie desarrolló un cronograma de cuándo se desarrollaron ciertos hábitos, dijo.
El resultado: antes que aparecieran cualquiera de los hábitos sociales asociados con la monogamia, Opie observó señales de un alto índice de machos que mataban a los cachorros. En los primates en que se estableció la monogamia, ésta pareció desarrollarse más tarde, dijo.
¿Por qué? Porque los primates dan el pecho a sus hijos durante mucho tiempo, incluso años y los machos competidores los matan si el padre no está presente para defenderlos.
Sin embargo,
Tim Clutton-Brock, profesor de zoología que escribió con Lukas el estudio que incluye a todos los mamíferos, dijo que las investigaciones no encontraron ninguna prueba de matanzas de hijos antes de la monogamia. En su lugar, Clutton-Brock y Lukas concluyeron que en casi todos los casos, las hembras solían andar en forma solitaria antes de que se desarrollara la monogamia social.
Esas hembras se habían esparcido con el fin de monopolizar alimentos como frutas de mejor calidad pero más difíciles de encontrar. Eso dificultó a los machos evitar que otros machos se aparearan con esas hembras, dijo Lukas.
"Los machos no pueden defender exitosamente a más de una hembra", agregó.
Así que se acostumbran a estar juntos y la monogamia se impone.
Frans de Waal, de la
Universidad Emory, quien no participó en ninguno de los dos estudios, dijo que pensaba que el informe sobre infanticidio de Opie ofrece un apoyo cuantificable a la teoría, pero que él no está completamente convencido.
Otra experta independiente, Sue Carter, de la
Universidad de Illinois en Chicago, estudia la bioquímica de la monogamia en especies individuales y se concentra en dos hormonas que "están asociadas con la protección y el comportamiento defensivo", de manera que pudieran encajar en cualquiera de las dos conclusiones, dijo.
Los dos equipos concordaron en no incluir a los humanos en la categoría de monógamos.
Clutton-Brock dijo que su estudio encontró que las especies monógamas tienen menos diferencias físicas entre los sexos. Son aproximadamente del mismo tamaño, viven más o menos la misma cantidad de años; no como los humanos.
Opie concordó y dijo: "La monogamia estricta, como la de los gibones, no es la de los humanos".
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