Un grupo social invisible. Así consideran algunos estudiosos a los adultos mayores que son homosexuales o lesbianas porque gran parte de la sociedad no los toma en cuenta o los discrimina.
“Se asume que los viejos son asexuales”; como si los jóvenes que son gays dejaran de serlo en la vejez, declaró el director estatal de AARP en Puerto Rico, José Acarón, en un foro celebrado por la Sociedad de Gerontología de Puerto Rico.
Por eso, es necesario recalcar que las personas de edad avanzada con esa identidad sexual son iguales y tienen los mismos derechos que las heterosexuales. Sus necesidades en la vejez son las mismas que las de los heterosexuales y requieren la misma atención en asuntos sociales, de salud, de vivienda, de trabajo y de transportación, entre otros, dijeron los participantes del foro.
El fundamento de cualquier servicio o trato a estas personas o parejas debe ser el respeto y el reconocimiento de que la sociedad es diversa, dijo Acarón.
“Tenemos muchos parecidos con los heterosexuales, nos pasan las mismas cosas en la vejez. Pero los gays tenemos los dos estigmas: ser viejos y ser gays”, afirmó el reverendo y profesor, Pablo Navarro.
Preste atención
Para atender a esta población adecuadamente, hay que reconocer aspectos como el hecho de que muchos han sufrido discrimen social por su identidad sexual desde jóvenes.
Como resultado, por ejemplo, para los adultos mayores que tuvieron su identidad sexual oculta siempre o por muchos años, el proceso de envejecimiento es más difícil que para aquellos que la han vivido abiertamente, señalaron Acarón y Navarro.
Asimismo, experimentan miedo a buscar servicios de apoyo y de salud, según el estudio de la organización SAGE, “Improving the lives of LGBT older adults”, citado por Acarón.
Ese informe, realizado en abril del 2010 en Estados Unidos, indica que muchos llevan una historia de desconexión con su familia y dependen más de los amigos, a los que han elegido como su círculo familiar.
Pero, además, destacó Navarro, muchos han perdido amigos consecuencia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), por lo cual “no van a envejecer con esa familia”.
Y, los que no tienen hijos, tampoco cuentan con ese apoyo, situación que comparten con los heterosexuales que no procrearon.
Esa realidad aumenta sus posibilidades de vivir solos y, por lo tanto, de tener que acudir a un asilo o contratar cuidadores. De ahí la importancia de que los profesionales y personal de salud y de esas instituciones se sensibilicen más para atenderlos.
Acarón contó anécdotas de personas que han ido a instituciones en las que los rechazan por su identidad sexual, o donde, después de haber vivido años con su pareja, no les permiten compartir la misma habitación. Abogó por el respeto a la diversidad y la erradicación de esas prácticas.
Pero no sólo en los asilos confrontan problemas; hasta hace poco tampoco podían solicitar beneficios del Plan 8 de vivienda federal. Ahora, sin embargo, pueden hacerlo si afirman que son pareja sentimental y que duermen juntos, se informó en el foro.
En términos de los servicios de salud, Navarro explicó que los médicos y otros profesionales de la salud deberían tener literatura médica que incluya al sector LGBT (lésbico, gay, bisexual y transgénero) en sus salas de espera para ayudar a combatir el miedo que puedan tener estos pacientes de hablar sus problemas de salud con ellos.
En términos económicos, Acarón sostuvo que, en general, estos adultos mayores tienen niveles de ingresos más bajos. Esto es particularmente así para las lesbianas, que son discriminadas doblemente en el sector laboral, por ser mujeres y por su orientación sexual, explicó Acarón.
Asimismo, cuando son pareja se enfrentan trato desigual en programas gubernamentales y privados. No tienen el beneficio de incluir a su compañero o compañera en el plan médico, los que enviudan no reciben Seguro Social y -si no han tomado las medidas a través de documentos legales- en un caso de enfermedad o muerte no tienen derecho a decidir y hasta pueden perder su parte de las propiedades porque no les cobija la ley de herencia, destacó Acarón.
Según las estadísticas:
En Estados Unidos se ha estimado que hay cerca de dos millones de adultos mayores homosexuales.
Tienen dos veces las posibilidades de vivir solos.
Cuatro veces menos probabilidades de tener hijos adultos que los ayuden.
Miedo a la discriminación por parte de los profesionales de la salud.
Fuente: Improving the lives of LGBT older adults de SAGE (Services & advocacy for gay lesbian, bisexual and transgender elders). Robert D. Schope: Journal of Gerontological Social Work.
Propuestas:
Promover la investigación en asuntos relacionados con los adultos mayores LGBT.
Promover aumento en fondos para programas de apoyo social a esos sectores.
Proveerles educación legal.
Crear discusión pública sobre aspectos relacionados al envejecimiento de esa población adulta mayor.
Promover la creación de organismos de base comunitaria y voluntaria para dar apoyo a estas personas.
Fuente : AARP
:: El nuevo Día
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